sábado, 21 de mayo de 2016

La casa solitaria - Segunda parte

Astro seguía mirando hacia las escaleras, con el lomo erizado. Los ruidos parecían pasos y puertas cerrándose. Ana lanzó una pregunta:
-¿Habrá alguien arriba?
-¿Quién iba a estar?- contestó Carmen, con la voz temblorosa.
-Es el viento, alguna ventana que se habrá abierto - tranquilizó Angel - Vayamos al garaje.
Todos salieron a tientas. Las farolas del jardín también se habían apagado. Pablo fue el encargado de abrir la puerta, ya sabía como hacerlo. Angel pulsó las llaves del coche y los faros se encendieron. Al menos ya veían algo... cogió la linterna y paseó  la luz   por el garaje. Pablo exclamó:
-¡Mirad al fondo, ese coche estaba tapado con una funda!
-¿Estás seguro?- preguntó Ana.
-¡Totalmente!-siguió diciendo Pablo - estaba tapado. -¡Mirad! la funda está en el suelo.
-Se habrá caído- dijo Carmen.
-Estaba perfectamente colocada, y aquí no hace viento.Todos se dirigieron a la casa. Vieron a Astro en la puerta, de nuevo se negaba a entrar. Buscaron el cuadro de luces y levantaron el interruptor. Con las luces encendidas, volvió la tranquilidad.
Hornearon las pizzas y cenaron distendidos. El perro volvió a entrar y estaba acostado en la alfombra de la sala, donde aún estaban las maletas de sus dueños.
-Bueno será mejor subir y acostarnos- dijo Angel- mañana daremos un paseo por el bosque. ¿Qué os parece?- preguntó.
-Perfecto- dijo Carmen- me encanta pasear en la naturaleza.
Subieron cada uno con su equipaje. En el piso de arriba estaban las habitaciones. Cada pareja eligió la suya, ambas con unas fantásticas vistas al bosque. La tercera no les gustó, había algo en ella poco acogedor...
Todos se sumieron en un profundo sueño. El día había sido largo y lleno de emociones.
En medio de la noche, un ruido en la habitación contigua les sobresaltó. Parecía como si la cama se moviera.
Se levantaron y corrieron a la habitación. El perro estaba frente a la puerta aullando. Abrieron, y vieron con estupor, que la cama se había desplazado.
-¡Cómo es posible!- Exclamó Angel.
-¡Yo me quiero ir!- Gritó Carmen aterrorizada.
-¡Alguna explicación tiene que haber! - Gritó a su vez Ana.
- Volvamos a las habitaciones, mañana hablaremos de esto con tranquilidad- les dijo Angel.
Volvieron a los dormitorios. Astro esta vez, se acostó a los pies de la cama de sus dueños. A la mañana siguiente, todos juntos, bajaron a desayunar. Angel rompió el silencio.
-Bueno, vamos a dar un paseo por el campo y hablamos de esto con tranquilidad.
La lluvia había cesado y el sol lucía en todo su esplendor. Salieron a pasear, pero apenas disfrutaron de la preciosa naturaleza que rodeaba la casa.
-Por la tarde bajaremos al pueblo- decidieron entre todos- igual alguien nos dice algo.
- De acuerdo- contestó Ana- Pero lo que está claro ,es que yo no paso una semana aquí.

Por la tarde, cogieron el coche y bajaron hasta el pueblo. Volvieron al bar donde habían recogido las llaves. pidieron unos cafés y preguntaron:
-¿Sabe si alguien de los inquilinos de la casa, ha comentado que suceden cosas extrañas?
El dueño del bar volvió a mirar con semblante serio, esta vez a una pareja que estaba en la barra.
-¡Si, claro que suceden cosas extrañas, todo el pueblo lo sabe!- contestó la chica.
-El que alquila una vez, no vuelve más- afirmó el chico.
-Le dije a Manuel  que no era buena idea alquilar la casa- dijo al fin el dueño del bar.
-¿Por qué?- preguntó Carmen.
-Hace muchos años sucedió una tragedia con los primeros dueños de la casa- empezó a relatar la chica.
-¿Qué tragedia?- Siguió indagando Angel.
La pareja de jóvenes se miró y ella siguió contando.
-El matrimonio que allí vivía, apareció muerto. Al parecer ambos se suicidaron. Luego, sus herederos vendieron la casa, que pasó por varios dueños.
-Ninguno de ellos se quedó mucho tiempo en la casa- siguió contando el joven-  En cuanto pasaban una temporada, la volvían a poner en venta, decían que ocurrían cosas extrañas.
-Hasta que un vecino del pueblo, la compró y decidió dedicarla a turismo rural. Por lo que decís, nada ha cambiado en la casa.
-¡Dios mío! exclamó Ana- ¿Y ha sucedido algo grave con alguien?
-No- contestó la chica- Solo se limitan a hacer ruidos. Se ve que quieren estar solos en su casa.
-Algunos de los anteriores dueños, trajeron  a unos expertos en fenómenos extraños, pero por lo que decís de nada ha servido.
-Muchas gracias por la información. Regresamos a la casa y decidimos si nos quedamos o nos vamos. Pasaremos a dejar las llaves. Buenas tardes.

Cuando llegaron de nuevo a la casa, Astro se negaba incluso, a bajar del coche. Carmen era la que más asustada estaba.
-Yo me niego a pasar otra noche aquí- dijo.
-Mañana regresamos- trató de tranquilizarla Pablo- Ya está anocheciendo y es mejor quedarse. Haremos el equipaje y en cuanto amanezca nos vamos.
Decidieron que las chicas dormirían juntas, y los chicos se quedarían haciendo guardia en el sofá de la sala. Cenaron algo y así hicieron.
Las chicas subieron a las habitaciones y ellos se quedaron viendo la televisión. Al poco rato, la pantalla se puso borrosa y   dejo de funcionar, al tiempo que la luz de la lampara empezó a parpadear.
-No despertemos a las chicas- decidieron- vamos a tratar de dormir y tranquilizarnos. Se taparon con la manta y cerraron los ojos.
Las chicas no podían dormir. Astro, a los pies de la cama, gemía inquieto. Los mismos ruidos de la noche anterior se escucharon en la habitación contigua. Ya no salieron a ver que ocurría, solo esperaron a que amaneciera.

A la mañana siguiente, todos salieron en silencio. Astro fue el primero que subió al coche. Miraron hacia la ventana de la habitación, y a todos les pareció que la cortina se movía...
                            

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