sábado, 28 de mayo de 2016

A historia de Jarri Pota

Esta historia solo podía ser escrita en el idioma gallego. El contexto del relato así lo pide. De antemano, mis disculpas a los lectores hispano-parlantes


 A historia de Jarri Pota

Esta é a historia dun neno galego, que tivo unha nenez difícil.
Enrique, ao que todos coñecen como Jarri Pota, pasou por varias familias de acollida. Desde que seu pai morreu, a súa nai non puido facerse cargo do neno. Enrique pasou os seus primeiros anos con dúas familias, ningunha delas, se decidiu a "quedarse co neno" como se dun vulgar canciño se tratara.
Sendo case un adolescente, tivo a súa derradeira familia. O neno xa podía traballar, era man de obra barata...
A súa vida non foi doada, non lle deron moito cariño, diriamos que ningún, nin tampouco moita comida, a xusta para ir sobrevivindo. Por iso Enrique era un neno delgaducho. Nembargantes, o que non lle puideran quitar, era a altura, ese fora o único ben que seu pai lle deixara en herdanza.
Os fillos da familia coa que vivía, Xoán e Luís, eran pequenos e regordetes, por iso envexaban a altura de Enrique. Eles foran os que lle puxeron o alcume de Jarri, chamábanlle jarrito, dicían que se parecía o floreiro alongado que a súa nai tiña no comedor. Despois, todos os nenos da escola, lle seguiron chamando Jarri. O sobrenome de Pota, xa veremos o longo da historia, por que llo engadiron.


O único momento en que se sentía feliz, era cando, despois de facer as tarefas da casa (a familia tiña gando e campo) adentrabase no bosque próximo. Alí, sentábase o carón da árbore máis grande, e quedaba en silencio, case se durmía...
Un día, estando así medio adurmiñado, sentiu unha voz baixiña e suave...
- ¿Escóitasme neno?
Abriu os ollos. Diante del estaba un esquío. Sorprendido por poder oír o que dicía contestou:
-¡Sí! escóitote pero ¿cómo é posible?
- É posible, porque este bosque estaba esperando por unha persoa boa, con unha alma limpa. Dende hai moitos anos...
 - ¿Estou soñando?- respondeu.
-Non, este bosque é un templo celta. Agora tes os poderes máxicos que estaban esperando por tí. Podes comunicarte connosco e coa natureza. Todas as plantas que aquí nacen son máxicas. Solo tes que utilizalas para facer o ben.
-¿E cómo podo?
-Xa cho iremos contando- dixo o esquío - de momento vas nos axudar a curar a o noso amigo o corzo, que ten unha patiña ferida.
-¿Qué teño que facer?- Preguntou Jarri.
-Tes que coller unha pota grande,e cocer as plantas que eu che diga. Pero recorda, que todo ten que ser co maior dos segredos.
Nese intre, Jarri sentiu como a grande árbore lle falaba.
-Solo ti, pequeno amigo, terás o privilexio dos poderes que tiñan os Magos Druídas. Poder escoitarnos e falar con nos.


                           Continuará 


sábado, 21 de mayo de 2016

La casa solitaria - Segunda parte

Astro seguía mirando hacia las escaleras, con el lomo erizado. Los ruidos parecían pasos y puertas cerrándose. Ana lanzó una pregunta:
-¿Habrá alguien arriba?
-¿Quién iba a estar?- contestó Carmen, con la voz temblorosa.
-Es el viento, alguna ventana que se habrá abierto - tranquilizó Angel - Vayamos al garaje.
Todos salieron a tientas. Las farolas del jardín también se habían apagado. Pablo fue el encargado de abrir la puerta, ya sabía como hacerlo. Angel pulsó las llaves del coche y los faros se encendieron. Al menos ya veían algo... cogió la linterna y paseó  la luz   por el garaje. Pablo exclamó:
-¡Mirad al fondo, ese coche estaba tapado con una funda!
-¿Estás seguro?- preguntó Ana.
-¡Totalmente!-siguió diciendo Pablo - estaba tapado. -¡Mirad! la funda está en el suelo.
-Se habrá caído- dijo Carmen.
-Estaba perfectamente colocada, y aquí no hace viento.Todos se dirigieron a la casa. Vieron a Astro en la puerta, de nuevo se negaba a entrar. Buscaron el cuadro de luces y levantaron el interruptor. Con las luces encendidas, volvió la tranquilidad.
Hornearon las pizzas y cenaron distendidos. El perro volvió a entrar y estaba acostado en la alfombra de la sala, donde aún estaban las maletas de sus dueños.
-Bueno será mejor subir y acostarnos- dijo Angel- mañana daremos un paseo por el bosque. ¿Qué os parece?- preguntó.
-Perfecto- dijo Carmen- me encanta pasear en la naturaleza.
Subieron cada uno con su equipaje. En el piso de arriba estaban las habitaciones. Cada pareja eligió la suya, ambas con unas fantásticas vistas al bosque. La tercera no les gustó, había algo en ella poco acogedor...
Todos se sumieron en un profundo sueño. El día había sido largo y lleno de emociones.
En medio de la noche, un ruido en la habitación contigua les sobresaltó. Parecía como si la cama se moviera.
Se levantaron y corrieron a la habitación. El perro estaba frente a la puerta aullando. Abrieron, y vieron con estupor, que la cama se había desplazado.
-¡Cómo es posible!- Exclamó Angel.
-¡Yo me quiero ir!- Gritó Carmen aterrorizada.
-¡Alguna explicación tiene que haber! - Gritó a su vez Ana.
- Volvamos a las habitaciones, mañana hablaremos de esto con tranquilidad- les dijo Angel.
Volvieron a los dormitorios. Astro esta vez, se acostó a los pies de la cama de sus dueños. A la mañana siguiente, todos juntos, bajaron a desayunar. Angel rompió el silencio.
-Bueno, vamos a dar un paseo por el campo y hablamos de esto con tranquilidad.
La lluvia había cesado y el sol lucía en todo su esplendor. Salieron a pasear, pero apenas disfrutaron de la preciosa naturaleza que rodeaba la casa.
-Por la tarde bajaremos al pueblo- decidieron entre todos- igual alguien nos dice algo.
- De acuerdo- contestó Ana- Pero lo que está claro ,es que yo no paso una semana aquí.

Por la tarde, cogieron el coche y bajaron hasta el pueblo. Volvieron al bar donde habían recogido las llaves. pidieron unos cafés y preguntaron:
-¿Sabe si alguien de los inquilinos de la casa, ha comentado que suceden cosas extrañas?
El dueño del bar volvió a mirar con semblante serio, esta vez a una pareja que estaba en la barra.
-¡Si, claro que suceden cosas extrañas, todo el pueblo lo sabe!- contestó la chica.
-El que alquila una vez, no vuelve más- afirmó el chico.
-Le dije a Manuel  que no era buena idea alquilar la casa- dijo al fin el dueño del bar.
-¿Por qué?- preguntó Carmen.
-Hace muchos años sucedió una tragedia con los primeros dueños de la casa- empezó a relatar la chica.
-¿Qué tragedia?- Siguió indagando Angel.
La pareja de jóvenes se miró y ella siguió contando.
-El matrimonio que allí vivía, apareció muerto. Al parecer ambos se suicidaron. Luego, sus herederos vendieron la casa, que pasó por varios dueños.
-Ninguno de ellos se quedó mucho tiempo en la casa- siguió contando el joven-  En cuanto pasaban una temporada, la volvían a poner en venta, decían que ocurrían cosas extrañas.
-Hasta que un vecino del pueblo, la compró y decidió dedicarla a turismo rural. Por lo que decís, nada ha cambiado en la casa.
-¡Dios mío! exclamó Ana- ¿Y ha sucedido algo grave con alguien?
-No- contestó la chica- Solo se limitan a hacer ruidos. Se ve que quieren estar solos en su casa.
-Algunos de los anteriores dueños, trajeron  a unos expertos en fenómenos extraños, pero por lo que decís de nada ha servido.
-Muchas gracias por la información. Regresamos a la casa y decidimos si nos quedamos o nos vamos. Pasaremos a dejar las llaves. Buenas tardes.

Cuando llegaron de nuevo a la casa, Astro se negaba incluso, a bajar del coche. Carmen era la que más asustada estaba.
-Yo me niego a pasar otra noche aquí- dijo.
-Mañana regresamos- trató de tranquilizarla Pablo- Ya está anocheciendo y es mejor quedarse. Haremos el equipaje y en cuanto amanezca nos vamos.
Decidieron que las chicas dormirían juntas, y los chicos se quedarían haciendo guardia en el sofá de la sala. Cenaron algo y así hicieron.
Las chicas subieron a las habitaciones y ellos se quedaron viendo la televisión. Al poco rato, la pantalla se puso borrosa y   dejo de funcionar, al tiempo que la luz de la lampara empezó a parpadear.
-No despertemos a las chicas- decidieron- vamos a tratar de dormir y tranquilizarnos. Se taparon con la manta y cerraron los ojos.
Las chicas no podían dormir. Astro, a los pies de la cama, gemía inquieto. Los mismos ruidos de la noche anterior se escucharon en la habitación contigua. Ya no salieron a ver que ocurría, solo esperaron a que amaneciera.

A la mañana siguiente, todos salieron en silencio. Astro fue el primero que subió al coche. Miraron hacia la ventana de la habitación, y a todos les pareció que la cortina se movía...
                            

sábado, 7 de mayo de 2016

La casa solitaria. - Primera parte

Preparar la maleta era tan gratificante como el propio viaje. Pensó Ana, mientras encajaba sus botas en el espacio que quedaba. Nunca se sabe como estará el tiempo, en una semana puede variar. Pero en invierno, unas botas de agua, nunca estarán de más.
Vio como la puerta de la habitación se habría despacio...
-Huy qué susto!- rió al descubrir el hocico de Astro en el fondo de la puerta.-Sí, no te preocupes, llevamos tu pienso- le dijo acariciándolo.
Ángel entró diciendo -¿Listos? tenemos que recoger a Pablo y Carmen. Es mejor llegar antes de que anochezca, hace un día de perros- Dijo al tiempo que acariciaba la cabeza de su fiel pastor.

-¿Queda muy lejos la casa de turismo rural?- preguntó Pablo cuando metía su equipaje en el coche.
-Está en pleno bosque- contestó Ángel- Pero cerca hay un pueblo, en su bar recogeremos las llaves, el dueño de la casa vive en Madrid.
Cuando llegaron ya anochecía. El pueblo estaba desierto, sus habitantes estaban refugiados del frío en sus casas. Ángel bajó del coche y se dirigió al bar. 
-¡Hola!- saludó- venía a recoger las llaves de la  casa de turismo rural que está en el bosque. La hemos alquilado por una semana. 
El hombre que estaba detrás de la barra, lanzó una mirada a los dos señores que estaban en una mesa cercana, todos se miraron con semblante serio.
Sorprendido, Angel esperó.Mientras, el dueño del bar desaparecia en la trastienda, sin contestarle siquiera.
 -Parece que va a caer mucha lluvia- dijo a los que estaban en la  mesa.
 No obtuvo ninguna respuesta.
-Vaya, al final Manolo alquiló la casa- dijo el hombre al volver, con la misma seriedad.
Los que estaban en la mesa, movieron la cabeza y siguieron jugando a las cartas.
-Aquí tiene las llaves.
-Muchas gracias- contestó Ángel -Dentro de una semana aquí se las dejaré- Silencio por respuesta. 
Los habitantes de los pueblos suelen ser herméticos, pensó. 
Cuando salía por la puerta, el dueño del bar le dijo: 
-Debe haber leña en la parte trasera de la casa, enciendan la chimenea, les hará falta entrar en calor.
Angel se sorprendió por la repentina amabilidad, y contestó:
-Gracias por la información.
Al regresar al coche, relató a sus amigos lo que había sucedido: - No parece que se alegren mucho de que alguien pase unos días en la casa.
- ¿Por qué?- preguntó Ana.
-No sé... se miraron unos a otros con expresión seria.
-La gente de los pueblos no gusta de extraños- dijo Pablo.

Cuando llegaron a su destino, la lluvia y la niebla lo cubrían todo. Apenas se veía una farola del jardín, el resto estaba en  penumbra. Pablo se vistió su chubasquero y abrió el portalón de la entrada. Angel metió el coche y gritó a su amigo:
-¡Abre el garaje!-
 Pablo abrió la puerta manual y vio que al fondo, una lona tapaba lo que parecía ser un coche antiguo. Sujetó la puerta, y su amigo introdujo el coche.
Todos corrieron hacia la casa mientras arreciaba la lluvia. Astro corría en primer lugar-¿ Quieres entrar el primero para comer? ¡Eh campeón!- dijo Ángel a su perro, al tiempo que habría la puerta. Pero Astro en vez de entrar, se quedó en el quicio de la puerta, con el pelo erizado y el hocico olisqueando hacia las escaleras, negándose a entrar.
Todos se quedaron parados y sorprendidos.
-¿Qué le ocurrirá?- preguntó Carmen asustada.
-No lo sé- dijo Ana sorprendida -Nunca había actuado así.
Entraron, mientras el perro gimiendo se acostó en la alfombrilla de la entrada.- Bueno, ya se decidirá a entrar- dijo Ángel tranquilizándolos - igual los inquilinos anteriores, tenían un perro, y eso no le gusta. Bueno- siguió diciendo- preparad la cena, mientras nosotros vamos a buscar leña para encender la chimenea. ¿Vamos Pablo?
Ana y Carmen se dirigieron a la cocina. -Solo tenemos que poner la mesa y hornear las pizzas- dijo Ana mientras abría la puerta del la alacena para coger platos. En ese momento dos vasos se desplazaron y salieron disparados hacia el suelo rompiéndose en añicos.Carmen emitió un grito asustada.
-Estarían mal colocados, y al abrir cayeron- dijo Ana intentando tranquilizarla.
-¿Y salieron volando?
Ángel y Pablo regresaron con unos troncos en los brazos. Al entrar acariciaron a Astro, que se había decidido a entrar y empezar a comer, en el bol que su dueño le preparó.
- ¿Qué pasó? hemos oído un grito.
-Nada, unos vasos mal colocados que se han caído- contestó Ana -Ahora enciendo el horno para hacer las pizzas.
Fue encenderlo y saltó el automático del cuadro de luces.
- ¡ Vaya! voy a buscar la linterna al coche- decidió Ángel.
-Te acompaño- dijo Pablo.
- ¡No!- gritó Carmen- ¡Vamos todos!
Cuando salían, se escucharon unos ruidos en las habitaciones que estaban situadas en el piso de arriba. Astro volvió a gemir, al tiempo que miraba hacia las escaleras...
      
                                   Fin de la primera parte.