sábado, 7 de mayo de 2016

La casa solitaria. - Primera parte

Preparar la maleta era tan gratificante como el propio viaje. Pensó Ana, mientras encajaba sus botas en el espacio que quedaba. Nunca se sabe como estará el tiempo, en una semana puede variar. Pero en invierno, unas botas de agua, nunca estarán de más.
Vio como la puerta de la habitación se habría despacio...
-Huy qué susto!- rió al descubrir el hocico de Astro en el fondo de la puerta.-Sí, no te preocupes, llevamos tu pienso- le dijo acariciándolo.
Ángel entró diciendo -¿Listos? tenemos que recoger a Pablo y Carmen. Es mejor llegar antes de que anochezca, hace un día de perros- Dijo al tiempo que acariciaba la cabeza de su fiel pastor.

-¿Queda muy lejos la casa de turismo rural?- preguntó Pablo cuando metía su equipaje en el coche.
-Está en pleno bosque- contestó Ángel- Pero cerca hay un pueblo, en su bar recogeremos las llaves, el dueño de la casa vive en Madrid.
Cuando llegaron ya anochecía. El pueblo estaba desierto, sus habitantes estaban refugiados del frío en sus casas. Ángel bajó del coche y se dirigió al bar. 
-¡Hola!- saludó- venía a recoger las llaves de la  casa de turismo rural que está en el bosque. La hemos alquilado por una semana. 
El hombre que estaba detrás de la barra, lanzó una mirada a los dos señores que estaban en una mesa cercana, todos se miraron con semblante serio.
Sorprendido, Angel esperó.Mientras, el dueño del bar desaparecia en la trastienda, sin contestarle siquiera.
 -Parece que va a caer mucha lluvia- dijo a los que estaban en la  mesa.
 No obtuvo ninguna respuesta.
-Vaya, al final Manolo alquiló la casa- dijo el hombre al volver, con la misma seriedad.
Los que estaban en la mesa, movieron la cabeza y siguieron jugando a las cartas.
-Aquí tiene las llaves.
-Muchas gracias- contestó Ángel -Dentro de una semana aquí se las dejaré- Silencio por respuesta. 
Los habitantes de los pueblos suelen ser herméticos, pensó. 
Cuando salía por la puerta, el dueño del bar le dijo: 
-Debe haber leña en la parte trasera de la casa, enciendan la chimenea, les hará falta entrar en calor.
Angel se sorprendió por la repentina amabilidad, y contestó:
-Gracias por la información.
Al regresar al coche, relató a sus amigos lo que había sucedido: - No parece que se alegren mucho de que alguien pase unos días en la casa.
- ¿Por qué?- preguntó Ana.
-No sé... se miraron unos a otros con expresión seria.
-La gente de los pueblos no gusta de extraños- dijo Pablo.

Cuando llegaron a su destino, la lluvia y la niebla lo cubrían todo. Apenas se veía una farola del jardín, el resto estaba en  penumbra. Pablo se vistió su chubasquero y abrió el portalón de la entrada. Angel metió el coche y gritó a su amigo:
-¡Abre el garaje!-
 Pablo abrió la puerta manual y vio que al fondo, una lona tapaba lo que parecía ser un coche antiguo. Sujetó la puerta, y su amigo introdujo el coche.
Todos corrieron hacia la casa mientras arreciaba la lluvia. Astro corría en primer lugar-¿ Quieres entrar el primero para comer? ¡Eh campeón!- dijo Ángel a su perro, al tiempo que habría la puerta. Pero Astro en vez de entrar, se quedó en el quicio de la puerta, con el pelo erizado y el hocico olisqueando hacia las escaleras, negándose a entrar.
Todos se quedaron parados y sorprendidos.
-¿Qué le ocurrirá?- preguntó Carmen asustada.
-No lo sé- dijo Ana sorprendida -Nunca había actuado así.
Entraron, mientras el perro gimiendo se acostó en la alfombrilla de la entrada.- Bueno, ya se decidirá a entrar- dijo Ángel tranquilizándolos - igual los inquilinos anteriores, tenían un perro, y eso no le gusta. Bueno- siguió diciendo- preparad la cena, mientras nosotros vamos a buscar leña para encender la chimenea. ¿Vamos Pablo?
Ana y Carmen se dirigieron a la cocina. -Solo tenemos que poner la mesa y hornear las pizzas- dijo Ana mientras abría la puerta del la alacena para coger platos. En ese momento dos vasos se desplazaron y salieron disparados hacia el suelo rompiéndose en añicos.Carmen emitió un grito asustada.
-Estarían mal colocados, y al abrir cayeron- dijo Ana intentando tranquilizarla.
-¿Y salieron volando?
Ángel y Pablo regresaron con unos troncos en los brazos. Al entrar acariciaron a Astro, que se había decidido a entrar y empezar a comer, en el bol que su dueño le preparó.
- ¿Qué pasó? hemos oído un grito.
-Nada, unos vasos mal colocados que se han caído- contestó Ana -Ahora enciendo el horno para hacer las pizzas.
Fue encenderlo y saltó el automático del cuadro de luces.
- ¡ Vaya! voy a buscar la linterna al coche- decidió Ángel.
-Te acompaño- dijo Pablo.
- ¡No!- gritó Carmen- ¡Vamos todos!
Cuando salían, se escucharon unos ruidos en las habitaciones que estaban situadas en el piso de arriba. Astro volvió a gemir, al tiempo que miraba hacia las escaleras...
      
                                   Fin de la primera parte. 

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